UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

lunes, 10 de julio de 2017


LADRONES ERAN LOS DE ANTES

     Entre las mitologías que enriquecen el viejo Buenos Aires con sus personajes y conductas extrañas  -inclusive poco creíbles a los ojos de hoy- figura la del buen ladrón. Que no habrá merecido acaso el paraíso como aquel de la crucifixión, pero se ganó en cambio un más modesto aunque merecido sitio entre los cultores de la gauchada porteña.
     Abundan las anécdotas- muchas apócrifas, como suele ocurrir- acerca de chorros aficionados y profesionales capaces de evaluar un estado de necesidad o  un renuncio del corazón. Tal vez porque eran tiempos duros pero menos despiadados, los que se emboscaban en las calles oscuras cachiporra en mano podían llegar a oír razones y los que depredaban es despachos oficiales dejaban algo ( a veces mucho) en meritorias obras públicas. Pero vamos a ocuparnos de los primeros, más pintorescos y bastante menos despreciables. Buena parte de mi infancia se nutrió de historias  que rescataban la hidalguía de cierta delincuencia marginal. Las que recuerdo con mas ternura son aquellas protagonizadas por José González Castillo, notable escritor y compositor que dejó obras teatrales y tangos inolvidables, pero también un hijo que ostentó el rango de enorme poeta popular, Cátulo Castillo. Allá por la década del 10 y parte de la del  20,  Don José, rechoncho , cuello de toro, papada insolente, anteojos redondos y profunda fé anarquista,  paraba en algunos cafés de Villa Crespo.  Esos reductos cobijaban a escritores y artistas, pero también a una fauna variada de ladrones diplomados en distintas especialidades del mester: "escruche", "punga", "furca" y vaya uno a saber cuantas otras sabidurías.  Era una rutina que en la alta madrugada, se hiciera el inventario del botín para el reparto equitativo. González Castillo gozaba entre esa gente de enorme predicamento y respeto. Y muchas veces, plantando su sólida  humanidad junto a la mesa donde se apilaban billeteras, alhajas y relojes, decía: "Muchachos, alrededor de las cinco de la tarde en el tranvía 4 le hicieron el "bobo" a un gran amigo mío: es un Longines de doble tapa y cadena con las iniciales R.F." Y sin más, tendía la mano en gesto de mudo y perentorio reclamo. Si el "bobo" estaba en ese lote, era devuelto de inmediato con un " perdone Don José, aquí lo tiene." Varios afortunados recuperaron así sus pertenencias que se habían esfumado en los dedos hábiles de aquellos truhanes.

    En  ocasiones, estos códigos eran aplicados por la víctima. El gran periodista ( y para mí, entrañable maestro) Edmundo Gilbourg, vivió una experiencia curiosa. Regresando una noche que ya se tornaba día a su casa del barrio del Abasto, fue "apretado" en Corrientes y Gallo por tres asaltantes. De pronto uno de ellos, a la luz del fósforo con que había encendido un cigarrillo, lo mira fijo y se resigna:" Hay que tener mala suerte para querer hacer de furca  a un tipo que escribe en los diarios y que seguramente andará peor que nosotros. Váyase a dormir amigo." Pucho Gilbourg se asombra y pregunta:
-?De dónde me conoce?   -
-De la timba del viejo Constanzo- replica el chorro- Justamente venimos de allí y se dió en el monte un juego endiablado que nos dejo en la palmera. Y hay que rebuscárselas, aunque sea para no volver a pie a Parque Patricios.
    Gilbourg simpatiza con estos "ratas" que lo han reconocido y propone: " Mire, compañero, sólo tengo encima doce pesos. ?Por qué no vuelven y buscan desquite?". Luego de un momento de duda, los tres aceptan, embolsan los billetes y parten a dar vuelta la suerte.
   Unos veinte días después ( o mejor veinte noches), Gilbourg encuentra de nuevo al beneficiario, quien le pone 15 pesos en la mano mientras le explica: " Se nos dió, ganamos casi cincuenta.  Le devuelvo lo suyo, con tres de beneficio." Y se fué. "Pucho" jamas volvió a verlo.


        El tercer caso - como para demostrar que en tiempos no tan remotos pueden encontrarse ladrones de buena pasta- tiene que ver conmigo. Hace años caminaba por Corrientes y Florida con un ataché tipo sobre, bajo el brazo. Alguien pegó el tirón y se lo llevó, perdiéndose de inmediato entre la gente. Por suerte ni el dinero ni los documentos estaban allí, pero habían unos papeles importantes, una foto mía con un entrevistado, un regalo que acababa de comprar y también algunas tarjetas personales. Dos días mas tarde, el sobre con su contenido intacto, incluyendo el regalito. fue entregado en la portería de mi edificio. Habían agregado esta notita escrita a mano que, por desgracia, no conservo: " Lo reconocí por la foto y veo siempre su programa del canal 7, a ver si pasan alguna de Isabel Sarli, por lo menos."  El " por lo menos" era peyorativo. Pero la devolución, meritoria. El arrebatador fué complacido con un ciclo completo de Isabel, incluyendo a  ella en persona. Como en el caso remoto de Guibourg, quedamos a mano.-   

martes, 9 de mayo de 2017

INVENCIBLE

Otro título (y van…) se agrega a la cartelera de Buenos Aires con “Invencible” del inglés Turben Betts en una traducción de Daniel Veronese quien se hago cargo también de la puesta en escena. Ya la dirigió en España y con la potente Maribel Verdú en uno de los personajes. La obra juega con el choque de conductas que enfrenta a dos matrimonios, uno culturoso y de clase media con aspiraciones de subir un poco más y el otro sin firuletes y bien de barrio diríamos aquí, tal vez “cutre” habrán dicho en la península. Los primeros –asumidos por Héctor Díaz y Valeria Lois- deben mudarse a una zona popular por carencias económicas y deciden cultivar la amistad de sus vecinos de piso a quienes dan vida Carlos Portaluppi y Guillermina Valdés. Los raspones de la colisión son inevitables pero negocian una cierta convivencia que llegará mucho más lejos de lo esperado. El truco del autor consiste en manejar con astucia un típico equívoco de situaciones que los franceses consagraron mundialmente con un género propio, el vodevil. Aquí la muerte de un gato invasor será el gatillo que instale una confusión perfecta para mostrar los pliegues más ocultos de ciertas convenciones sociales y batir la comedia cómica hasta darle una densidad dramática. El texto plantea bien esta intención pero no tiene una estructura teatral fluida y siempre sólida, hay escenas que se reiteran y otras que en cambio se adivinan. Hay miga sabrosa, falta la mano del panadero experto. Estos baches se salvan casi siempre con la tan aplaudida capacidad de Daniel Veronese dirigiendo y de Portaluppi y Díaz actuando. Los dos actores se convierten sin problemas en los dueños de “Invencible” y  la modelan a su estilo recargando a veces la pirueta que busca la risa en momentos que la pieza no  lo propicia del todo. Están muy bien ellas, Valeria Lois –el pato de la boda en esta trama bastante perversa- cuyas virtudes se acentúan al final y Guillermina Valdés que hace rato dejó para cuando conviene el minón de cover girl y demuestra que es una buena actriz. La escenografía de Alberto Negrín es la que se necesita porque brinda la atmósfera requerida. “Invencible” puede verse en Multiteatro.

domingo, 23 de abril de 2017

DISCEPOLO RECUPERADO CON CON GRAN LUCIDEZ


Armando Discépolo es una tentación permanente y a la vez un desafío duro para los teatristas. Profundo y despiadado, exige no sólo conocer el género cuando se afrontan sus grotescos. Exige también capturar ese dolor existencial que a la vez alienta -en esto tendrá un pariente muy próximo en Anouilh- temblando como un rayo débil de sol que no quiere apagarse, la esperanza. Para lograrlo el director debe ponerse al servicio del texto y las imágenes que genera, resignando posibles imágenes propias tal vez valiosas y legítimas. Lo hicieron Analía Fedra García (dramaturgia y dirección) y sus asistentes (Ana Belén Saint Jean, Daniela Sitnisky, Leo Méndez y Cintia Miraglia) en la puesta que acaba de estrenar el teatro Regio. Relojero es la obra más compleja de Discépolo, es la última y condensa en una despedida quizás ya pensada toda la perplejidad del autor ante las contradicciones de la condición humana. Discípulo de Pirandello y también del gran Eduardo De Filippo, A.D. contrapone la insolente perfección de un mecanismo de relojería a los disturbios de nuestra conducta, en constante alteración emocional. La familia de Daniel es como tantas otras de su tiempo un espejo de turbulencias políticas y sociales de las que no se habla pero rigen la carencia mayor, la del dinero. Escrita entre el 33 y el 34 cuando se estrena, Relojero ya no resbala hacia la caricatura y el gag como en otros grotescos discepolianos, la crisis del 30 ha encerrado en un globo asfixiante todo lo que sucede. Y además la fractura tan honda nos obliga a pensar en la propia familia del autor, el padre Santo y su frustración vocacional, los dos hermanos en un péndulo afectivo a veces brutal (Armando y Enrique) y la hermana Odilia de tanto peso para ambos.
En 100 minutos la pieza resucita con su texto intacto y estruja el corazón en una puesta que también supo cuidar los elementos visuales y sonoros, vitales para generar clima. La llave principal es la extraordinaria interpretación de Osmar Nuñez en el protagonista, uno de esos capolavoros que harán historia: su Daniel es de una perfección poco común. A su lado brilla otro notable actor, Horacio Roca -gran Pastore en un ya remoto Stéfano- aquí asumiendo un papel muy difícil, debe fluctuar entre el hombre tierno y el canalla solapado. Con recursos más acotados, salvan lo suyo sin comprometer nunca el impacto del espectáculo Martín Urbaneja, Federico Salles, Laura Grandinetti y Stella Galazzi. Una cita imperdible con Armando Discépolo, el más inquietante de nuestros antiguos escritores de teatro.

jueves, 16 de marzo de 2017

EL GRAN SIMULADOR hoy en Al Cine con la UNLa

El ciclo de cine de la Universidad Nacional de Lanús pasa hoy el conmovedor documental sobre René Lavand EL GRAN SIMULADOR, evocando así a nuestro mayor ilusionista que nos dejó hace dos años. A las 19 en la sala Tita Merello, calle 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. Entrada lilbre y gratuita. Sala climatizada.

https://youtu.be/fXif5x0H7ZY

martes, 7 de marzo de 2017

MONSIEUR CHOCOLAT, EL MELODRAMA DE LA NEGRITUD

Roschdy Zem firma esta película extraña y con cierto misterio, pese a lo difundido del melodrama de base: el racismo y su desprecio criminal hacia los negros. Esta vez en un país que no puede ocultar ese pecado, Francia. Allí Chocolat, un africano que ayuda en un circo a fines del siglo XIX desafía las regulaciones de la época y se convierte en estrella de circo junto a un payaso blanco veterano. El ascenso es veloz y el vértigo inevitable en un ego que salta sin red. Se hace rico y este trampolín lo proyecta hacia una proeza peligrosa, la recuperación de la dignidad humana. Para eso se vale de Shaskespeare y el personaje de Otelo, el gran escalón, ya no será el que recibe las bofetadas. La historia es real y el film -que se basa en una obra teatral- funciona muy bien, casi con la melancolía musical de una buena opereta. Brilla en el protagónico Omar Sy, bien secundado por James Thierre. Ambos fueron nominados para el César, el codiciado Oscar francés, lo ganó el segundo y también la escenografía. Un estreno que abre cauce a la emoción legítima.