UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

domingo, 10 de abril de 2011

BIOGRAFIA CON CLIMA DE HOMENAJE


Las semblanzas teatrales de grandes personalidades fueron siempre muy dificultosas porque la escena carece de los medios del cine para resucitar una época y al mismo tiempo una vida. En forma inexorable, el retrato será un bosquejo y su mundo habrá de ser evocado –o imaginado- por el espectador. Por eso cuando se trata de una “biopic” teatral, suele elegirse un momento preciso, un diálogo puntual, una instancia bien definida, como en el caso emblemático de la exitosa Eva y Victoria que se repetirá ahora con Perón y Borges. En cambio la obra de Eduardo Rovner Don Arturo Illia –ya conoció una versión con Arturo Bonín- es un itinerario amplio que aspira a poner de pie al presidente menos vulnerable a los reproches de conducta que hayan tenido los argentinos en toda su historia. Arturo Illia fue elegido en 1963 por sólo una parte minoritaria de los argentinos ya que el peronismo, mayoritario, se encontraba proscripto. Esto condicionaba sin duda su arribo al poder. El compromiso encontró a un hombre íntegro y sereno, aferrado sólo a su honradez visceral y a sus convicciones ciudadanas. Todo lo demás deberá pasar por este scanner implacable. Y así fue. El derrocamiento no tardó en llegar tres años después con la Revolución Argentina de Onganía.
La obra se hace síntesis obligada en brochazos, flashes, momentos fundamentales, desde los comienzos juveniles cuando Irigoyen lo hace optar entre un puesto de médico en la escondida Cruz del Eje o una beca en París, hasta su muerte. El texto deja de lado el debate y las profundidades ideológicas para elegir lo didáctico y emocional, de este modo vemos a Illia en pantallazos familiares plenos de ternura y otros oficiales donde se enfatiza su firmeza pese a la envergadura del contendiente. Así hasta el célebre vaticinio “sus hijos se lo van a reprochar” cuando el general Alsogaray lo saca de su despacho y la frase final de múltiples lecturas “¿quién va a pagar esto?...” Un poco escolar y superficial, la propuesta exige sí o sí un gran trabajo protagónico y lo encuentra en Luis Brandoni cuya versatilidad interpretativa ha sido disfrutada tantas veces que está demás remarcarla. No sólo el personaje sino todo el espectáculo se subordinan a su dibujo de Arturo Illia, que tiene correcta aproximación física –aunque habría que acentuar el blanco blanquísimo de su pelo, un sello distintivo- y una paleta rica en registros interiores gracias a la diversidad de tonos que con maestría domina el actor. Del elenco que lo secunda doblando distintos papeles hay que destacar primero a Manuela Pal como la hija Emma, un verdadero golpe de luz en un cuadro más bien melancólico y luego a Nacho Gadano en Luis Caeiro, pieza clave de aquella gestión de gobierno. Descontando el entusiasmo previsible de los simpatizantes radicales, es justo decir que esta resurrección se convierte en un homenaje cálido “apto para todo público”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario