UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

viernes, 22 de abril de 2011

EL GATO DESAPARECE, CON GRANDES ACTUACIONES

El director Carlos Sorín tuvo su consagración hace 25 años con La película del rey, un soplo fresco y distinto en el cine argentino de aquél entonces. Luego de un prolongado silencio volvió con Historias mínimas y enseguida su casi continuación, El perro, donde impuso un costumbrismo minimalista lleno de ternura. Se fue a la banquina en El camino de San Diego y derivó hacia un ascetismo quirúrgico en La ventana, donde se perciben reminiscencias de Sokurov y Bergman. Ahora se tira de cabeza en el thriller psicológico a lo Hitchock con El gato desaparece, una película que tiene misterio y mucho clima. Sus personajes son dos, el resto no cuenta salvo en un caso en el cual está sin estar. El es un profesional respetado por colegas y alumnos, ella una mujer en cuyos silencios se agazapa una falsa serenidad. El acaba de salir de un establecimiento psiquiátrico debido a un brote de violencia y el regreso al confortable hogar de clase media tirando a alta no es el ideal: ella parece desconfiar profundamente de su curación y experimenta alarmantes sobresaltos y pesadillas. Donatello, el gato negro de la casa, desaparece. Y una atmósfera de miedo lo invade todo, mientras se hace visible que la enferma de verdad es ella, no él. La película está construída con habilidad y oficio, exhibe un Sorín distinto pero tiene crujidos en su estructura y sobre todo un final cuyo sentido hay que adivinar, porque está defectuosamente escondido. El gran impacto del film -como tantísimas veces en el cine nacional- son las actuaciones, con una estupenda Beatriz Spelzini, notable actriz de teatro que esperaba desde hace mucho su oportunidad en el cine y el ya casi imprescindible Luis Luque, siempre perfecto. El nuevo Sorín no defrauda, pero tal vez no sea éste el género donde se mueve con mayor comodidad.

1 comentario:

  1. Querido Rómulo, con tu crítica y con lo que me gusta Sorín, la vería ya mismo. Tuve también la oportunidad de escuchar al mismo director, hablando de esta película, que menciona haber realizado una especie de ejercicio de estilo, suspense en este caso donde según dice, la pasó fenomenal. La música se oye, desde el trailer, sumamente acertada. Ahora lo que resta, es sentarse a verla. Aquí en España no la pasarán en los cines pero...saldrá en video, verdad?

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