UN NUEVO PUENTE
Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
SALOME DE CHACRA, UN ALTAR SACRIFICIAL
En sus búsquedas siempre ávidas, Mauricio Kartún no es tímido, revuelve todo, tira por el aire lo que no le sirve porque ya lo usó y se zambulle en el fondo del cajón. Debió escarbar mucho para fabricar Salomé de chacra, su flamante estreno, porque la obra presenta varios desafíos complejos incluyendo el escamoteo del texto convencional para reemplazarlo con un ejercicio literario cerrado. Un libro extraño que resulta en realidad, pese a su abundancia, una suerte de apoyatura –casi diríamos de epígrafe- para la enorme sugestión de las imágenes. Estamos ante el trasplante del mito de Salomé al campo argentino, una chacra en el día en que se faena la hacienda y se hacen los chacinados, una jornada de sangre. El patrón, Herodes, recibe de Europa a su hijastra Salomé y a su esposa que ya no es Herodías sino Cochonga, una típica rastacueros con aspiraciones de “high life” vernácula. El cuadro se completa por un lado con una presencia física, Gringuete, eficaz colaborador de su amo pero también un traidor taimado que en la obra hace de relator ocasional. Y por el otro con una presencia sonora, una voz de resonancias inquietantes que surge del fondo del aljibe, es un gauchito alzado que purga su rebeldía pero también Juan el Bautista. En la metáfora –toda la pieza lo es- Kartún quiere que Salomé no desee físicamente a Juan sino que se enamore de su voz, en rigor, de su discurso: una y otra vez será rechazada con desprecio. Cuando Herodes le pide sexo, ella, como en la historia remota, accede pero exigiendo como pago la cabeza de quien se le ha negado. Es de lejos el trabajo literario más arduo y menos complaciente de todos los emprendidos hasta ahora por el autor. Salomé de chacra es un estudio semántico donde se mezclan arqueologías idiomáticas con vulgaridades locales rotundas, se escamotean artículos porque se reniega de esos puentes que hacen coherente la narración, los personajes cuando hablan no se fugan del rito atroz que preparan pero lo hacen como leyendo un antiguo códice religioso. Es difícil de explicar, hay que vivir la experiencia. Porque es tan potente lo visual y tan desopilante la mascarada que el espectáculo atrapa en una conjunción de hondura y ridiculez, de burla ramplona y resurrección de la ceremonia en el altar sacrificial. La sangre lo tiñe todo, cuerpos y almas, la culpa se ahueca en la voz que resuena dentro del pozo y un estupendo retablo de candor funerario atiborrado de flores rojas, cabezas de reses y restos oxidados de labranza brinda un fondo de gran presencia escénica. Las actuaciones vuelven a ser, bajo la batuta de Kartún, estupendas. Osqui Guzmán en Gruinguete seduce como su auténtico alter ego, es si se quiere una especie de traductor lleno de gracia que con su gestualidad sarcástica y muchas veces tácita construye teatro donde el escritor cinceló literatura. Manuel Vicente se pone al hombro un papel complejo, mucho de lo que dice hay que descifrarlo pero sus acciones lo llevan a un nivel de muy alta nobleza interpretativa. También Lorena Vega en Salomé transita el camino espinoso que va de la comicidad a la tragedia, de la simpleza que se celebra por obvia y esperada, al horror de su reclamo cumplido pero también purgado con el mismo acero. Stella Galazzi, menos comprometida, completa el retrato con cabal captación de la mueca que pide su muñeco.
Todos los colaboradores de Mauricio Kartún cumplen un rol de valor inapreciable en escenografía, luces, vestuario y sonido, esos elementos que espesan la atmósfera requerida. Salomé de chacra es una verdadera y sagaz indagación teatral que como El niño argentino y Ala de criados, dará mucho que hablar. Además ratifica para nuestro teatro un rango de excelencia y esfuerzo que luce en lo más alto de la escena internacional.
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