UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

domingo, 9 de enero de 2011

Vuelo a Capistrano: dos maestros que saben tocar el corazón


El autor Carlos Gorostiza y el director Agustín Alezzo escribieron cada uno por su lado algunas de las páginas más brillantes de la escena nacional. Obras como El pan de la locura y El patio de atrás, puestas memorables como Las brujas de Salem y Danza de verano son apenas briznas de un corpus muy potente en la foja de ambos. Ahora, juntos, ejercitan lo mejor del oficio que tienen al servicio de una historia pequeña y modesta –con algo de ese pudor tan propio del mismo Gorostiza- donde tres personas comunes viven instancias decisivas. Pablo es un artista con sueños pero sin coraje que tal vez esté cronometrando el final de su vida luego de una cirugía fallida. Emilia es su compañera y segunda mujer, una maestra que no sin pánico se alista para una huelga. Susana, primera esposa de Pablo, irrumpe mal en la intimidad de la pareja porque también ella trae su angustia como una bomba de tiempo. Dentro de un esquema dramático previsible pero firme y tradicional, el autor muestra lo mucho que sabe al llevarnos con suavidad hacia un final de honda emoción luego de un comienzo que parecía vacilar por el abuso de la metáfora, aquí sintetizada en el vuelo migratorio de las golondrinas. El material se vuelve arcilla palpitante en manos de Alezzo, extraordinario director de actores, orfebre sabio de los climas sutiles y los tiempos exactos. Con él en el timón, Daniel Fanego no tiene dificultades en hacer crecer a su protagónico (es el pivote de todo el juego) hasta lo más alto de lo que permite el personaje, con momentos de gran solvencia interpretativa. Es una delicia volver a disfrutar a Emilia Mazer en la mujer del presente de Pablo, asumida con una calidez y entrega muy grandes que permiten adivinar el trabajo fino que luego surge como espontaneidad naturalista. La Mazer siempre fue, además de las virtudes innatas, una actriz inteligente. Es complicado el desafío para María Ibarreta porque desde la ficción se perjudica con el papel de mala y en el armado del espectáculo con el crujido de su intromisión: pero ella capitaliza muy bien ambas circunstancias poniendo densidad y vigor en lo suyo. Vuelo a Capistrano, con su aleteo de deja vu sesentista, revela también sobre qué raíces se tallan las nuevas dramaturgias del teatro argentino.

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