UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

viernes, 18 de octubre de 2013

EL BESO, UNA JOYITA IMPERDIBLE



En esa inmensa y cambiante vidriera que es el teatro en Buenos Aires ahora le toca a Holanda con EL BESO de Ger Thijs, un modelo cautivante de teatro de cámara. Sólo dos personajes, un hombre y una mujer, ambos alrededor de los cincuenta, caminan solos por las praderas holandesas. El diálogo es inevitable y también su secuela: él intenta seducirla, ella se encierra en su desconfianza. El autor de programas humorísticos no se desanima y afina su estrategia, dispone de tiempo, el camino que recorren juntos es largo. Pero su compañera ocasional carga un peso suplementario, en horas le darán el resultado de una biopsia. Así como se apaga el día cambiando de color y de temperatura, cambiarán ellos a medida que sus corazas se quiebran y los brazos se tienden en pedido de ayuda. Breve y llena de calidez, punzante y de a ratos divertida, la obra fue puesta con real valoración de los climas por Cristian Drut y dibujada con una gran caligrafía interpretativa por Beatriz Spelzini y Pablo Alarcón. El personaje femenino parece haber sido escrito para esta actriz conmovedora que nunca pierde la precisión del tono íntimo requerido, es como esos músicos de oído absoluto que llevan siempre al cielo cualquier partitura. El otro papel encontró en Alarcón el delicado ajedrecista que teme la jugada errónea pero -el amor no es ajedrez- gana cuando se deja arrastrar por el deseo. Hace muchos, muchos años (como empiezan los cuentos) algunos tuvimos el privilegio de ver una pieza deliciosa que hizo como nadie la gran Lilian Riera, LO QUE NO FUE de Noel Coward. EL BESO les rinde tributo y acaso haya disparado la inspiración del autor. (El Tinglado, domingos a las 20, lunes a las 21).-

jueves, 10 de octubre de 2013

LA RENDICION NO ESCANDALIZA, SEDUCE

Acaba de presentarse en Maipo Kabaret el espectáculo La rendición que tiene libro de la australiana Toni Bentley con adaptación e interpretación de la  suiza Isabelle Stoffel y puesta de Sigfrid Monleón. La propuesta es simple y austera, apenas unos muebles de madera fácilmente convertibles, diez velas pequeñas que tendrán un cierto devenir ritual y un panel iluminado por detrás a la manera de las sombras chinescas. El resto es pura belleza y encanto de la actriz, sin duda carismática y atrapante,  pero también el desafío de un texto que exalta, sin el menor maquillaje de la palabra, el coito anal. La protagonista del texto –descontamos que también del relato original- es una bailarina clásica que experimenta una verdadera revolución en su vida cuando acepta ser accedida sexualmente por su puerta trasera, el célebre pecado “nefando” que durante muchos siglos la iglesia fustigó pero no reprimió y que inclusive tantos trastornos le sigue causando. Con desenfado, chispa y picardía la Stoffel relata minuciosamente muchos encuentros focalizados en ese camino del amor y lo hace con crudeza llamando a los genitales de ambos sexos con sus nombres vulgares y acompañando el relato con elocuentes movimientos corporales. Aunque el libro es fuerte, en los tiempos que corren podría parecer casi crepuscular porque hoy nada sorprende, como vehículo para “epatar” –ese término tan español que aquí no usamos y que significa provocar un impacto- llega más bien tarde. Pero lo sabroso de la La rendición reside en que tiene bastante más miga debajo de la cáscara crujiente y transgresora. Esta señorita de unos treinta y tantos descubre su identidad femenina pletórica e inquietante, misteriosa y volcánica cuando la aceptación tácita de la penetración vaginal la pone súbitamente de espaldas y la somete. Es interesante, porque este acceso carnal como vía de la homosexualidad masculina ha sido desmenuzado hasta lo infinitesimal, pero no pasa lo mismo cuando el lugar pasivo lo ocupa una mujer. ¿Cuántas admiten que les produce placer y que no lo conceden sólo para aplacar la lujuria del compañero? Isabelle Stoffel lo hace con regocijo y en público. Es una propuesta diferente y divertida. Y además como queda dicho, esta suiza es, simplemente, deliciosa.