UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

martes, 28 de junio de 2011

Thorry hubiera cumplido 103

1 comentario:

  1. Estaría cumpliendo 103 una gran figura. Juan Carlos Thorry -que nunca fué un actor notable- tuvo en cambio el carisma necesario para ocupar de inmediato un lugar y conservarlo toda la vida. Muy pocos lo lograron. ?Destino? ?Suerte? Todo al mismo tiempo. Juan Carlos Torróntegui dió de movida el tipo justo. Engominado, bien vestido, picaflor pero discreto, con una sonrisa de dentífrico y una simpatía natural que la familia compró de inmediato. Trasmitía la imagen del hombre joven y exitoso, muy porteño, pero no con el cliché tanguero. En los treinta y los cuarenta, el galán medio compadrito tenía un tufo a orillero que la clase media tomaba con pinzas. Thorry se ubicaba en cambio dentro del profesional mundano (médico, abogado) o abiertamente, lo que se llamaba un hombre de mundo: estanciero, industrial. Se le perdonaba la noche -hasta con unas copas de más- porque era correcto de día. Y en ese casillero se mantuvo a flote durante décadas.
    Primero fué chansonier -término francés con fragancia importada que difería de cantor o cantante- y después actor de comedia. De los escenarios revisteriles o de clubes nocturnos pasó al clásico living del teatro, donde su presencia sólida, segura, seductora y enfundada en buenos trajes o en aquellos sacos sport de corte inglés a cuadritos y grandes solapas, reinaba cómodamente. Ni hablar del cine, donde fue un mimado del público, con títulos memorables como "Los martes orquídeas". Los focos hacían brillar su fijador y su dentadura perfecta, mientras vivía travesuras light con Irma Córdoba entre tantas otras, hasta que llegó la bellísima Analía Gadé y se casó con ella.
    Entretanto, siempre la radio, un medio que asimismo lo alojó con nivel estelar.
    Le fue bien en España -hacia donde partió en el 55- y volvió para recuperar su lugar aquí. No le costó mucho. Ya estaba la televisión. Ese incansable picapedrero del oficio, Abel Santa Cruz, inventó "Dr. Cándido Pérez, señoras", Thorry se puso guardapolvo y estetoscopio. Un exitazo de aquellos. Muchas temporadas en pantalla, mientras seguía cumpliendo años, pero sin que nadie -empezando por él- se diera cuenta. Sano como un buey, trabajador y muy conforme con su vida, le dieron los ochenta en otros productos de TV, entre ellos, el también pegador "Stress", con Emilio Disi, donde volvió a ser médico. Y ya en el 93, regresó como abuelo en "Aprender a volar".
    Casado con Alma Vélez desde durante quince años, vivieron en una casa quinta de San Antonio de Padua, donde manejaban una escuela de actuación. Thorry dio clases personalmente hasta pasados los noventa. ¿Puede pedirse más? Estrella desde siempre -y de aquellas en serio, con dos autos de lujo cuando no había cumplido los treinta- querido y respetado, partió al borde de los 92. Y sigue siendo desde el afiche de la nostalgia un ícono del espectáculo argentino.

    ResponderEliminar