UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

lunes, 8 de octubre de 2012

UN DUELO ACTORAL IMPERDIBLE

 Volvió a escena El desarrollo de la civilización venidera la versión de Daniel Veronese sobre la célebre Casa de muñecas, de Henrik Ibsen. El espectáculo se dio aquí y en el exterior, la actriz María Figueras fue ampliamente reconocida por la Nora que logra de la mano del autor-director y no estamos hablando por tanto de ninguna novedad. Lo es sin embargo para quien firma esta líneas y lo será para muchos que aún no la vieron. La obra que ahora se disfruta en El Picadero es de gran interés y alto voltaje teatral, con  algunos aciertos que la vuelven más visceral y sanguínea que Espía a una mujer que se mata donde D.V. recuperaba al Chejov de Tío Vania.  Para empezar Veronese exprime el original y extrae la sustancia, conserva el núcleo central de la historia y por sobre todo separa lo anecdótico de lo esencial. El dinero pedido a escondidas, el banco como ámbito, el abogado que sirve para tejer la trama, la condición derrochadora de la esposa son datos puntuales y sobre ellos Ibsen armó el andamiaje. Pero los disparadores podrían ser otros siempre que fueran capaces de conducir al centro neurálgico de la pieza: la recuperación de la identidad ante un típico caso de vampirismo conyugal. Ojo, no la recuperación de la libertad femenina, lectura facilista que dejó ocultos durante más de un siglo los resortes verdaderos del drama. El Ibsen feminista fue un cebo falso que mordieron todos, inclusive Strindberg. En esta versión -obviamente también en otras y desde hace mucho- la ferocidad del estallido que hará caer las máscaras y también por así decirlo el decorado de ese hogar apoyado en una imágen mentirosa de felicidad, pone las cosas en su lugar para el espectador libre del lastre "Nora mujer libertaria", casi una sufragista inglesa de afiche político. Lo demás es buen manejo de la síntesis y del lenguaje, también desde luego destreza en la conducción de los intérpretes. En tal sentido Veronese nos lleva siempre por un sendero conocido y azaroso, sabemos lo que hace y que lo hace bien, pero ignoramos donde quedaremos atrapados. La Nora de María Figueras crece con una entrega y un estremecimiento sorprendentes, lo suyo es directo, apasionado, maravillosamente físico. Hay quizás demasiado juego aniñado en la primera parte, una gimnasia que podría moderarse, pero es notable como la actriz envejece en escena de adentro hacia afuera, se encoge sobre sí misma y siente nacer desde sus entrañas el descubrimiento de su vacío existencial. Junto a ella Carlos Portaluppi vuelve a mostrar su gran calidad transitando los matices diferentes de ese marido-propietario, un camino sinuoso que va de la ternura hipócrita hacia el insulto agresivo cargado de cinismo. Contenido y muy seguro en su determinación fría de sacar ventaja, Roly Serrano como Krogstad, personaje clave de Casa de muñecas. De las restantes merece destacarse sobre todo el silencio ambiguo de la Cristina que asume Mara Bestelli. Berta Gagliano pone nivel y oficio en el papel menos agradecido de esta versión, la doctora Rank. Otro desafío teatral que vale la pena compartir.

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