UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

martes, 3 de julio de 2018

HAMLET ES SIEMPRE UN BEST SELLER

HAMLET
Toda recreación de “Hamlet” genera mucho entusiasmo. Su trama condensa el retablo de pasiones que convulsionan, todas las cumbres y fosos de la condición humana. Brinda material a los estudios sobre el poder, el amor y las pulsiones ocultas que siglos después edificarán el psicoanálisis. Por eso esta nueva versión del traductor y director Patricio Orozco llena todas las funciones. Tiene dos méritos básicos: respeta hasta cierto punto la duración de la obra para que lo esencial no se mutile y se inscribe en la línea contemporánea despojada de todo academicismo y procurando rescatar la esencia popular que tuvieron estas piezas cuando se estrenaron para la gente común. Como conocedor que es, Orozco domina el material que maneja y se nota. A veces acierta y otras no, a veces sus actores le responden muy bien y otras no. Es ponderable la concepción general –la presencia del fantasma antes los centinelas aprovechando las estructuras superiores de la sala, la soltura en las entradas y salidas, el uso adecuado de un espacio escénico bastante mezquino y el manejo de las luces. Es en cambio payasesca la intervención de los cómicos que habrán de parodiar el crimen, esta escena clave funciona mejor si es casi muda porque pone más zozobra en el monarca asesino y usurpador, aquí está manejada como una murga napolitana llena de excesos que el mismo Hamlet –en tramo omitido- recomienda evitar. Por lo demás las situaciones esenciales se suceden con fluidez manteniendo el interés de la platea. Las actuaciones son desparejas. El mejor sin duda es Patricio Contreras en Polonio ya que sintoniza con sutileza y picardía el espíritu general de la puesta y usa bien los apartes al público, un trabajo inteligente. Alberto Ajaka en Hamlet tiene algunos momentos intensos que funcionan pero su locura simulada no fue controlada por la dirección y sufre desbordes notorios que impiden además por atropello de sus parlamentos que éstos lleguen nítidos al espectador. Aunque Antonio Grimau arma con buenos recursos exteriores el cinismo viscoso del rey Claudio, falta cierto compromiso interior con ese canalla esencial en su maldad (si se perdona la digresión, algo que congelaba la sangre en el que brindó hace mucho Héctor Bidonde). Superficial y ajena a todo lo que sucede llegó la reina Gertrudis de Leonor Benedetto y denota entrega emocional la Ofelia de Paloma Contreras, Sebastián Pajoni y Pablo Mariuzzi se ven creíbles en Laertes y Horacio. La ambientación es simple pero eficaz. Con una duración de dos horas cuarenta y cinco esta nueva resurrección del príncipe de Dinamarca tiene categoría, es respetuosa del texto y permite reencontrarse con el autor más grande de todos los tiempos. (Centro Cultural de la Cooperación, viernes y sábados a las 22.)

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