UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

viernes, 22 de junio de 2012

DIGNA Y VIGOROSA VERSION DE "LAS BRUJAS DE SALEM"


Este texto es una de las naves insignias no sólo del repertorio de Arthur Miller sino también de todo el teatro norteamericano. Maestro indiscutido del drama social que apuntaló también, entre otras, con La muerte de un viajante y Panorama desde el puente, Miller reflota un juicio célebre contra supuestas brujerías que tuvo lugar en el pueblo de Salem en Massachusetts en 1692 para usarlo como alegoría contra el macarthismo que sacudía la vida de su país a mediados de los 50. Con una arquitectura escénica cuya carpintería es perfecta –en esta construcción A.M. casi no tiene rivales- la acción se mantiene tensa a lo largo de un proceso viciado no ya de nulidad por ceguera intencional del gran inquisidor y su séquito acerca de culpables e inocentes, sino también atravesado por un halo de simulaciones por parte de las supuestas brujas que apuntan a venganzas personales y en su entorno cómplice, a la codicia de un terrateniente. O sea la condición humana en su perfil más sombrío, pero también, con la integridad hasta la inmolación de John Proctor, en su proyección más sublime.
   Obra necesariamente extensa para las síntesis actuales y con climas que deben sostener los intérpretes, Marcelo Cosentino puso de pie una puesta muy digna y vigorosa que resuelve bien el espacio más bien mezquino del escenario del Broadway 2 con paneles móviles de fondo (Alberto Negrín) y un sabio manejo de las luces (Roberto Traferri). La traducción de Maslorens y Del Pino acata el original y le pone fuerza a las escenas claves, pero es en la vibración y entrega del elenco donde esta resurrección captura el interés y facilita la emoción del espectador. Gran trabajo el de Juan Gil Navarro en Proctor, la columna vertebral de Las brujas…, personaje que hace fluctuar entre la rebeldía encendida de indignación y el resignado rescate de la dignidad personal: con el verdugo esperándolo, allí donde Galileo claudicó él circunscribe su instinto de supervivencia a la confesión pero jamás a la firma en el papel que habrá de hacerla pública. “Mi nombre en la puerta de la iglesia, no”, frase ya mítica del teatro mundial, cierra estupendamente la pieza. El otro desempeño notable está en manos del gran profesional Roberto Carnaghi en su victimario, una presencia que llena de electricidad el espectáculo. Un poco siempre parecido a sí mismo pero igualmente siempre carismático, Carlos Belloso valoriza un papel de ambigüedad compleja. Se lucen también Rita Cortese, Lali Espósito y Julia Calvo, con actuaciones inteligentes de Justina Bustos y Sofía González Gil, sin omitir los buenos momentos de Graciela Tenembaum y la viscosa malignidad de Roberto Catarineu. Reponer Las brujas de Salem  -todavía se recuerda la remota versión de Alfredo Alcón hace casi 40 años donde surgieron nada menos que Alicia Bruzzo y Leonor Manso- implicaba un desafío que deja saldo ganador. Y demuestra, con los otros Miller y el Tennessee Williams en cartel, que faltan autores de gran contextura dramática y asimismo que estos pilares no han sufrido corrosión.
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario