UN NUEVO PUENTE

Aunque Facebook es una red de gran dinámica, para concretar un contacto hay que formar parte de ella en forma activa y no todos desean hacerlo. Un blog en cambio permite asomarse a él de inmediato, consultarlo y salir, sin ser parte de una especie de gran familia predeterminada. Por eso lo sumo a mi necesidad de comunicación, muy en especial para los oyentes de Plumas, bikinis y tango en Fm 92.7 (www.la2x4.gov.ar) que sale los domingos de 11 a 14 y mis espectadores fieles del ciclo Al cine con la UNLa que programo y presento cada jueves a las 19 en la Universidad Nacional de Lanús, 29 de setiembre 3901, Remedios de Escalada. A ellos y los demás, bienvenidos y gracias por cruzar este nuevo puente.

miércoles, 29 de mayo de 2013

CUANDO DIOS TAMBIEN TUVO SUS CINCUENTA MINUTOS


    Que Dios corporice nuevamente en nuestros días y decida visitar a la analista es una conjetura ideal para la ficción en general y el teatro en particular. Lo hizo la autora israelí Anat Gov en una pieza lo suficientemente bien construida como para seducir pero también tan previsible como para no sorprender, "Dios mío". En su planteo Dios baja para mezclarse entre los mortales con la figura de un hombre maduro pero sólido y bien plantado, alguien que sacudido por una crisis mucho más humana que divina atempera su omnipotencia con un envoltorio de humildad. La terapeuta es una mujer de mediana edad que tiene un hijo autista, atea por convicción pero enojada con Dios por resentimiento. Todo es adivinable, ella primero toma a su nuevo paciente como un delirante grave, luego abrumada por las pruebas acepta la situación inverosímil y actúa como una buena analista, le pasa el precio de la sesión y por sobre todo aferra con firmeza las riendas del caso: por más Dios que sea tendrá que llegar a la raíz de su angustia. Como el propósito es entretener y no embarcarnos en una revisión de las religiones, Gov juega con diálogos divertidos y chistes que se ven venir, más dos o tres toques oportunos de sabiduría divina como la escena del infinito cósmico y el acto muy cantado de misericordia de cierre. El trabajo de Jorge Schussheim en el texto es fundamental para que sintamos este juego como nuestro y la puesta de Lía Jelín de una gran astucia y oficio. Los dos intérpretes están muy bien, pero la carga más pesada la lleva Juan Leyrado porque en broma o en serio hacer de Dios no es moco de pavo. Y lo suyo es sencillamente admirable, tiene soltura, humor, sarcasmo pero a la vez cuando es necesario exuda una especie de 
grandeza interior que se articula con un manejo corporal perfecto, son mutaciones leves pero de gran calidad. Completa el reparto como el adolescente autista Esteban Masturini. La duración es cauta y de teología nada: Dios no permita.

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